"Hacer torrijas como acto de resistencia" es una autoficción escénica que explora la tensión entre pertenencia y exclusión, el conflicto entre lo heredado y lo deseado, el diálogo entre el pasado y el futuro. La pieza surge de una necesidad de reconectar con las raíces no desde la nostalgia, sino desde el potencial subversivo de la tradición, navegando entre la celebración y el duelo. Durante 50 minutos, a través de las herramientas de la danza-teatro, un cuerpo escarba en la tierra para rescatar sus herencias, sus sombras y sus vacíos, reescribiendo las historias de quienes fueron silenciados, entrelazando lo individual y lo colectivo, lo privado y lo político. Así, la tradición deja de ser una práctica que conserva lo inmutable y, al transformarse en un acto crítico que desafía las nociones hegemónicas de lo que significa pertenecer, la resistencia puede activarse para generar otras formas de comunidad y de conexión, vinculando lo que nos ha sido legado y lo que está por venir.