Desbordes es catártico, abyecto y festivo: dice en el fondo que nuestro romanticismo residual es una borrachera de desasosiego, un carnaval anímico que no sabe terminar: se agarra a cualquier cosa y lo recicla rigurosamente todo.
El proyecto indaga en la necesidad humana de evasión y la producción de identidades alternas como vía de escape a los límites cotidianos y la condición de vacío humano. A través del exceso la artificialidad y la indulgencia sus personajes chocan con una realidad que no son capaces de contener, en una constante búsqueda de fantasía e irrealidad.